Javier Garciadiego: Carranza, el internacionalista

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- De la popular frase del benemérito de las Américas Benito Juárez –“entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”– a la no menos insigne Doctrina Estrada, la tradición diplomática de México tiene un largo andar en la historia, cuyo inicio puede ubicarse el 3 de diciembre de 1810 en Guadalajara, Jalisco.
En esa fecha, apenas unos meses después de iniciada la gesta de Independencia, “don Miguel Hidalgo y otros jefes insurgentes otorgaron credenciales de embajador plenipotenciario a don Pascasio Ortiz de Letona”, con el fin de que se trasladara a Washington a buscar una alianza con Estados Unidos y conseguir armas para la guerra independiente, pero fue aprehendido por los realistas y se dio muerte por su propia mano.