“Siempre escucho que  nunca hago nada bien”

TEMOAYA, Edomex (proceso).- Seis de la tarde en el gimnasio del Centro Ceremonial Otomí. Julio César Chávez Jr. bate los puños al aire. Un costal que pende del techo bailotea. El júnior lo empuja con las manos enguantadas. Es un rival oscilante sin brazos ni piernas que lo reta a agacharse. Julio lo esquiva. Mueve la cintura. Lo muele a golpes.

Ignacio Beristáin vigila los movimientos. Le acomoda los hombros. Le corrige la postura. Repetir hasta perfeccionar. Es cuestión de biomecánica. El ángulo de los codos debe ser exacto. La trayectoria del golpe, impecable. Es la escuelita de boxeo a la que se debe asistir antes de pasar al combate. Aprender desplazamientos defensivos y ofensivos. Después ponerlos en práctica con los sparrings.



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