MÉXICO, D.F., 15 julio (apro).- Lectores de toda mi consideración: sí, no cabe la menor duda, a juzgar de no pocas de sus acciones, es evidente que el pueblo estadunidense y sus gobernantes desde siempre han demostrado ser profundos y fervorosos cristianos. ¿No es prueba de ello el que sus presidentes juren solemnemente sobre la Biblia al tomar posesión de su cargo y lo mismo hagan los testigos de cargo o descargo en sus procesos judiciales” Por si eso no fuera suficiente, bueno será recordar que sus billetes de un dólar llevan la leyenda de “en Dios confío”, tienen un dicho que sentencia: “Dios protege a los borrachos, a los niños y a los USA”, y muchos de sus presidentes, políticos y destacadas personalidades de la vida social frecuentemente terminan sus discursos pidiendo que ¡Dios bendiga a los USA”.
Teniendo en cuenta lo anterior, el que suscribe la presente, al igual que otros que ya han escrito a este buzón, le extraña, desencanta, frustra e incluso angustia que ese pueblo y gobernantes de los USA, a los que tanto admira porque en importantes momentos de su vida política, económica o simplemente civil se refiere y hace suyo de la Biblia, libro sagrado que como todo fiel cristiano no ignora, “es obra que no nos habla de Dios, sino que en él Dios nos habla de El, por medio de los testigos que El se eligió en medio de su pueblo de Israel, en diversas ocasiones y en diferentes formas, primeramente por medio de los profetas y después por medio de su hijo hecho hombre y en quien reside también la plenitud de la Divinidad”, como bien escribió en carta a este buzón Bulmaro Peregrino.
Adquiere una fotografía para ilustrar esta nota aquí