En marzo pasado “Bertha” llegó con una de sus hijas a un espacio de la Red Nacional de Refugios (RNR) para mujeres víctimas de violencia familiar. Estaba en total desnutrición, su pequeña de seis años padecía serios problemas dermatológicos por ansiedad y falta de higiene y a su hermanita ya se la habían arrebatado sin que el Estado hiciera algo efectivo por ellas.
Según el testimonio de “Bertha”, cuyo nombre real y localización no se publican por seguridad, ella estuvo tres meses en un refugio de Acapulco, administrado por el gobierno de Guerrero, donde recibió techo. “Lo único que podemos hacer es tenerte aquí. No hay presupuesto para comida, no hay para medicamento”, le decían.
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