CIUDAD DE MEXICO (apro).- Estimado lector de la presente: si se admite que, según noticias de diversos medios de información, esta globalidad en la que nos movemos, es, más que otra cosa, una sociedad enferma, corrupta y corruptora, de muchedumbres solitarias, de la muerte de las verdades absolutas, lo que lleva a no pocos a la confusión o al temor e incluso a la desesperación, por lo que es lógico, creo, preguntarse cuál es el país que tiene más ciudadanos enfermos. A esa pregunta, considera servidor que es Estados Unidos.

Esa respuesta, lo admito, servidor no sabe si es propia o la ha sido sugerida por alguien de los medios, pero no ignora que responde muy bien al siguiente razonamiento. Según la célebre frase de Lord Apton, “el poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente”, frase que, desgraciadamente, repito, la noticias diarias, han confirmado que es una verdad evidente en la globalidad en la que nos movemos y en la que, otra verdad evidente, es que el país más rico, más adelantado y más poderoso es Estados Unidos, pues las decisiones que toman sus hombres políticos, de las finanzas o los hombres dueños de sus complejos industriales, afectan a todo humano que respiramos en esta globalidad… e igualmente es el país en que no pocos de sus ciudadanos son los mayores consumidores de drogas, con lo que es el mercado más grande de las mismas… lo que genera, alimenta y robustece a la delincuencia internacional que trafica con toda clase de drogas, tanto de las más livianas como de las más duras, por lo que se puede decir que Estados Unidos, de manera inconsciente, si así se quiere ver, es el país más corruptor de la globalidad… pero ese es otro cantar, como dice el refrán, hecho que es difícil de aclarar en estos días de fin de las verdades absolutas y donde todo está sujeto al relativismo… a las percepciones de cada individuo, como ahora se dice… lo que está generando el peligro de que cada persona corra el peligro de convertirse en un presuntuoso… y ridículo… Humpty Dumpty, personaje creado por Lewis Carrol, autor de la aventuras de Alicia.