“La zona de interés”: indiferencia al horror

MONTERREY, N. L. (apro).– El comandante Rudolf Höss habita con su familia una casa de ensueño, a un lado del campo de concentración de Auschwitz. Una alta barda divide el espacio verde y apacible donde vive con su esposa y sus niños, de las barracas, cámaras de gases y crematorios, donde, por orden suya, son asesinados miles de judíos.

Las señoras vecinas, esposas de otros militares, acuden a tomar el té y charlan, mientras sus hijos juegan en el jardín y se echan chapuzones en la alberca. A lo lejos se escuchan gritos, alaridos, órdenes y disparos, pero nadie repara en ello. La sordera es un precio mínimo que se debe pagar para vivir con comodidad y aislados de la tragedia de millones de víctimas inocentes de la Segunda Guerra Mundial. De temperamento frío, hacen un esfuerzo por sonreír. Se obligan a ser indiferentes al horror.



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