La ilusión

Ciudad de México (Proceso).– Nuestras lenguas, que a fuerza de flexionarse oscurecieron las raíces de las palabras donde, decía Isidoro de Sevilla, se encuentra el significado, se han vuelto confusas. La verborrea mediática las ha oscurecido más. Donde mejor puede verse es en la política, sobre todo en las palabras “esperanza” y “democracia” que, de manera prematura, han vuelto a ponerse de moda con el tema electoral. Como siempre, se tiene esperanza en que la democracia, que tiende a reducirse a las elecciones, cambiará el estado de cosas en el que nos encontramos. De hecho, uno de los eslóganes con el que López Obrador llegó al poder fue: “Morena, la esperanza de México”. En cada periodo electoral, una esperanza semejante se repite: “Los que vengan cambiarán todo; serán mejores”.

El problema, sin embargo, es que la esperanza se ha confundido con la ilusión. La primera significa “la certeza de que un acontecimiento dichoso sucederá”. Cuenta con hechos repetidos en el tiempo. Por ejemplo, la esperanza de una mujer que “espera un hijo”. Sería una rareza que ese acontecimiento no llegara a realizarse. La ilusión, en cambio, es el “engaño”, la creencia de que algo que nunca o casi nunca ha sucedido sucederá.



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