Testimonios de huida y defensa: “Nuestra ciudad está siendo arrasada”

OBUJIV, UCRANIA (Proceso).– El búnker no es otra cosa que un sótano frío y húmedo con una luz amarillenta y titilante. Tampoco hay una salida de emergencia secundaria ni cobertura de teléfono. Pero basta una sirena antiaérea que suena tres veces y no dos, y señala así que no es una alerta sino un ataque, para que el corazón se pare y haya que correr hacia allí a cualquier hora, con lo que lleves puesto y alguna manta, si da tiempo.

Obujiv, unos 40 kilómetros al sur de Kiev, es una de las tantas aldeas de paso en la fuga incesante de miles de civiles aterrorizados por los bombardeos rusos, que en lugares como éste pasan apenas unas horas nocturnas en hoteles de carretera en su ruta hacia el oeste de Ucrania y la frontera con la Unión Europea. Allí donde ese flujo de desesperados cree que va a tener un lugar seguro.



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