¿Un nuevo totalitarismo?

Ciudad de México (Proceso).– Es ya un lugar común decir que la violencia y sus víctimas no son interés del Estado. Tanto las cifras de muertos y desaparecidos como los índices de impunidad lo muestran todos los días desde hace varios lustros. Frente a ello, la pregunta que debemos hacernos es: ¿realmente tenemos un Estado? Si su vocación fundamental –dar seguridad, justicia y paz– está alterada ¿podemos hablar de su existencia o acaso hablamos de un tipo de Estado que habría que entender de otra manera?

Según Hannah Arendt, un Estado que “fabrica cadáveres”, como el nazi, o crea “pozos de olvido”, como el estalinista, es un Estado totalitario. México no lo ha sido. Sin embargo, desde Calderón hasta López Obrador, pasando por Peña Nieto, el Estado mexicano no ha dejado de producir muertos, casas de seguridad, fosas clandestinas, desapariciones y terror como en los regímenes totalitarios. Con la diferencia de que quienes lo realizan son poderes, aparentemente ajenos al Estado, como el crimen organizado, y de que esos gobiernos han sido democráticamente electos, sus consecuencias son idénticas: el abandono de sus ciudadanos o de los migrantes a fuerzas que pueden amenazarlos, desaparecerlos, torturarlos y asesinarlos, la fabricación de fosas clandestinas y el miedo. Me parece, en este sentido, que si no estamos frente al totalitarismo, estamos ante una mutación que muy pocos quieren ver y que se ha apoderado del Estado sin más.

Una sociedad de opiniones, casi siempre desinformadas

CIUDAD DE MÉXICO (apro).–Gracias a Internet hoy en día la interacción humana es más cercana, pero la promesa de ser la sociedad de la información parece estar equivocada. Cuando apareció Internet, los medios empezaron a hablar de lo que iba a ser la “sociedad del conocimiento”. Gracias a las tecnologías de la información, las brechas culturas se minimizarían, se tendría un panorama más amplio del saber, etcétera. Pero todo esto no pasó y quien afirme esto ahora se expone al ridículo. Hoy lo que tenemos es una sociedad de opiniones.

No es la primera vez que se critica esto. Ya Umberto Eco decía que Internet le había dado voz a una sarta de estúpidos. Las redes sociales le dan derecho a hablar a legiones de idiotas -decía- que eran los que hablaban en los bares y reuniones, pero no incidían estas opiniones en las sociedades. Hoy se sienten con derecho a hablar como si fuesen líderes de opinión. Y como Eco diría: “esta es la invasión de los necios”.

La escuela soviética de ajedrez

CIUDAD DE MÉXICO (apro).–Todo aquel que ha tenido contacto con el ajedrez, incluso aunque sea de manera casual y temporal, ha descubierto que los rusos, antes soviéticos, eran los más grandes exponentes del juego- ciencia. Por alguna razón el régimen soviético había tomado el ajedrez casi como un símbolo cultural de gran valor para la naciente Unión Soviética y en una veintena de años había alcanzado la madurez suficiente para poco a poco desafiar a las naciones que en esa época eran potencia y convertirse ellos mismos y por muchos años, en los más grandes jugadores de ajedrez que haya conocido el mundo.

Es claro que el desarrollo actual del ajedrez se debe, en la mayoría de los casos, al esfuerzo del gobierno soviético, que permitió el desarrollo del juego de mesa como una actividad pensante, aunque lúdica. De ahí salieron los grandes exponentes, quizá comandados por el “patriarca”, Mijail Botvinnik, que de pronto se mostró como uno de los jugadores más brillantes de su momento histórico.

Proceso, el costo de la independencia

Ciudad de México (Proceso).– En los tiempos de la posverdad (donde se mezclan datos ciertos con falsos para desinformar) que hoy gozan de cabal salud, mantener el rigor informativo a la luz de los principios éticos generalmente aceptados se vuelve todo un reto. En este contexto, Proceso se ha visto envuelto en parte de la discusión pública y, por ello, se difunden verdades a medias y mentiras completas que merecen ser esclarecidas.

Veamos.

El Ejército no tiene compromiso con la verdad

Ciudad de México (Proceso).– Es una constante grave la falta de compromiso con la verdad de las Fuerzas Armadas. No sólo se trata de unas cuantas manzanas podridas que, entre sus filas, se han dejado corromper, o bien, que han incurrido en violaciones abominables de derechos humanos.

El problema más serio es la mecánica de encubrimiento que se ordena, cada vez, desde la más alta investidura. ¿En qué se parecen los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa? En que ambos repiten un esfuerzo político descomunal para ocultar las desapariciones y la masacre.

Libertad de expresión y daños punitivos

Ciudad de México (Proceso).– No existen, en principio, derechos absolutos, acaso el de la vida, en casi todas las sociedades democráticas. El ejercicio de la libertad de expresión, por su parte, si bien es verdad que cuenta con un amplio universo de actuación, también lo es que tiene límites o fronteras. Identificar los alcances legítimos de esa libertad hoy en día es importante cuando se busca introducir la noción de los daños punitivos como una sanción especial en casos en que se vulneran distintos derechos mediante la palabra. Veamos.

Primero. En distintas oportunidades he señalado que la libertad de expresión en sentido amplio o la libertad de expresión en sentido estricto (cuando se refiere a la libertad de emitir juicios, ideas u opiniones sobre cualquier materia) y la libertad de información (que se materializa al emitir hechos que se presumen noticiosos o de interés público) no son absolutos en ninguna Constitución del mundo ni en los tratados o convenios internacionales. El límite de las libertades de expresión e información reside en la protección de otros derechos, generalmente los de la personalidad (vida privada, honor y propia imagen) o bienes jurídicamente protegidos como el orden y la paz pública.

Il gran rifiuto

La frase, que en español significa “la gran renuncia”, pertenece a un verso del canto III del infierno, donde, según Dante, están los cobardes. Alude a un hombre que, al parecer, el poeta conoce. Retomo la traducción de Bartolomé Mitre: “Luego que algunos hube señalado,/ la sombra vi del que cobardemente/ la gran renuncia hiciera de su estado”. Su nombre, sin embargo, se ha perdido. Los especialistas han querido ver en él a Celestino V, el Papa que renunció al pontificado en el siglo XIII. Otros a Esaú, que cambió su primogenitura por un plato de lentejas. Otros más a Poncio Pilato. Sea quien sea, el verso se refiere a lo que la teología llama recusatio: “rechazo indigno de algo que está en nuestras manos hacer”.

La posición que Cuauhtémoc Cárdenas asumió durante la presentación que el Colectivo por México hizo a fines de enero para difundir el esbozo de un proyecto alternativo de nación y un espléndido artículo de José Antonio Crespo, “Cárdenas: oportunidad perdida” (El Universal, 8 de febrero), me lo recordaron.

Rumbo a United 2026

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La Selección Mexicana de Futbol ya tiene nuevo entrenador, el argentino Diego Cocca, y se espera que sea el director técnico que prepare a México para la Copa Mundial de la FIFA de United 2026.

Cada Mundial de Futbol es más tecnológico que el anterior y México tendrá tres ciudades sede: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Estados Unidos contribuirá con 11 ciudades y Canadá con dos adicionales, para un total de 16.

Un acto humanitario sospechoso

Ciudad de México (Proceso).– Por más que no quiero ser mal pensado, me resulta sospechoso, muy sospechoso, que tan pronto El Chapo, Joaquín Archibaldo Guzmán, por conducto de su abogado, se quejó del maltrato que recibe en el centro penitenciario de alta seguridad de Colorado, Estados Unidos, inmediatamente el presidente de la República, como si se tratara de alguien política o socialmente importante, tomó el reclamo como algo digno de ser atendido y hasta comentado.

En declaraciones del 18 de enero pasado, el propio AMLO manifestó que, por estar de por medio los derechos humanos, “… no descarta apoyar la solicitud de ayuda del Chapo Guzmán”.

El Universal, el debate

Ciudad de México (Apro).– La prensa mexicana (e incluyo radio, tv y medios digitales) ha estado habitualmente en el centro de la discusión sobre su credibilidad y su rigor deontológico para generar informaciones y opiniones de interés público.

No es, por supuesto, un asunto que sólo atañe a México. En efecto, la más reciente encuesta denominada World Values Survey Wave 7 (2017-2022) –cuyo mérito es que se trata de un trabajo académico, no comercial–, sostiene que sólo el 6.7% de los encuestados en México confía plenamente en los medios mientras el 36% no cree absolutamente en ellos. En Estados Unidos solamente el 5.3% tiene plena confianza en la prensa y el 23.8% no cree nada en ellos. En Canadá la tendencia es similar: 5.1% deposita su confianza total en los contenidos mediáticos y el 16% piensa exactamente lo contrario.